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miércoles, 11 de junio de 2014

Perdida entre ruinas

Me he enamorado de la melancolía, 
de sus ojos grises y su sonrisa triste de lluvia. 
Del otoño y su canción decadente, tatareada solo a medias. 
Del oro antiguo que huele a polvo,
de los candiles ya extintos
de la pólvora que no llegó a prender
y del beso de la nieve, que es frío,
tanto como pueden serlo unos labios de callejón a medianoche
como la pupila de un gato
o el estertor de la lechuza.
Y llorar tinta al asesinar a mis personajes
Y reírle las gracias a esa parte de mi mente que es negra
sarcástica
que nadie entiende.
Me enamoran los zapatos gastados
las medias rotas que destilan agonía
la luz difusa tras unas cortinas.
la bruma matutina que niebla el camino.
Qué bonito eres cuando bajas las pestañas
¿Quién fue el idiota que pintó las musas como entes femeninos?
Adoro perderme entre tus ruinas,
y abrazarme a las piedras, como las raíces de los robles, que poco a poco
día a día
te quiebran.
Me he enamorado de la melancolía.
de las cosas rotas, de las piedras marchitas.






jueves, 17 de abril de 2014

Polvo candente

He cerrado los ojos un momento.
Apenas un segundo, te lo juro,
y de pronto el mundo se ha tornado viejo.
El polvo cubre las catedrales,
aquellas donde se pierden los ecos,
donde se han murmurado plegarias
para sanar dolores añejos.
Las risas han mutado, ¿no lo notas?
Su cadencia es distinta,
como la de las campanas oxidadas.
Hilvano palabras, son mi escudo y espada
para las inminentes batallas.
El mundo es más viejo, sí, y más hermoso.
Siempre amé la decadencia,
las personas que son de ceniza.
Era solo cuestión de tiempo que,
tras ser fuego, yo también sucumbiera.
Me torné en polvo candente,
en memorias hechas trizas.

Ilustración de Agnes Cecile

miércoles, 16 de abril de 2014

Heridas de guerra

Hace tiempo que franqueé la puerta de piedra esmeralda. Y me gusta saberme perdida, porque de este modo puedo ir donde me plazca. Al no tenerte como destino, deambulo bajo las farolas, esperando encontrar bajo una de ellas un beso de mentira. Por haberte perdido ya tantas veces, he dejado atrás el miedo. Sí, me dueles, como una vieja herida de guerra que se resiente con la lluvia. Porque eso es lo que fuiste, mi gran batalla, mi gran derrota.

domingo, 6 de abril de 2014

Amargo

Me gustan las personas rotas, las que tienen el corazón tan consumido que no es más que un puñado de cenizas. Las que tienen el alma deshilachada, raída por las cuchilladas de la vida. Es infinita la belleza de su respiración, un estertor de muerte y decadencia. Es su mirada la más dolorosa, la que esconde una tormenta terrible. Me gustan las personas amargas, que de tanto llorar por dentro se les ha ahogado el corazón, y apenas sienten los ecos de marchitas alegrías. Me gustan porque son como puzzles, y anhelo hilvanarlos con mis palabras.

El lamento del océano - Victoria Francés