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jueves, 17 de abril de 2014

Polvo candente

He cerrado los ojos un momento.
Apenas un segundo, te lo juro,
y de pronto el mundo se ha tornado viejo.
El polvo cubre las catedrales,
aquellas donde se pierden los ecos,
donde se han murmurado plegarias
para sanar dolores añejos.
Las risas han mutado, ¿no lo notas?
Su cadencia es distinta,
como la de las campanas oxidadas.
Hilvano palabras, son mi escudo y espada
para las inminentes batallas.
El mundo es más viejo, sí, y más hermoso.
Siempre amé la decadencia,
las personas que son de ceniza.
Era solo cuestión de tiempo que,
tras ser fuego, yo también sucumbiera.
Me torné en polvo candente,
en memorias hechas trizas.

Ilustración de Agnes Cecile

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